Por padre Sergio Pérez de Arce A., Obispo de Chillán, para Diario La Discusión.
A través de las redes sociales y otros medios tecnológicos no solo intercambiamos información, sino que también compartimos experiencias y hasta cultivamos relaciones. Con todos sus peligros y limitaciones, el mundo digital nos ha ayudado al encuentro humano y también en la acción pastoral de la Iglesia. Por eso nos preguntamos, en este día en que en la Liturgia católica celebra el Santísimo Cuerpo de Cristo (el Corpus), si tiene valor la Eucaristía vivida a través de estos medios.
La primera respuesta es que, aunque la transmisión de la Misa a través de las redes sociales nos hizo un bien durante la pandemia, la Eucaristía sigue siendo una comida, y no se puede compartir una comida a través de la pantalla. Marcar un “me gusta” tampoco es lo mismo que decir “Amén”. Participar en la Eucaristía necesita de toda nuestra persona: espíritu, mente y cuerpo, siguiendo el dinamismo de la encarnación, que llevó al Hijo de Dios a compartir toda nuestra condición humana. Por eso la Eucaristía no es algo que se pueda simplemente mirar, menos si mientras se mira estamos, a la vez, tomando una taza de café o leyendo una revista.
La Eucaristía, por otra parte, no es solo un acto individual, sino comunitario. Es Jesús quien convoca a sus discípulos a celebrar la cena de hermanos, donde la comunidad se recrea en la misión, se une al sacrificio de Cristo y escucha su mandato: “Hagan esto en conmemoración mía”. Por eso la Misa necesita del encuentro real, “de carne y hueso”, que nos constituye comunidad en torno al Señor.
Sin embargo, los medios digitales pueden ser un complemento o una ayuda a la vivencia de la celebración litúrgica, como lo son también en otras acciones evangelizadoras. Por ejemplo, la persona enferma o limitada en sus movimientos puede prepararse participando de la Misa a través de la pantalla, recibiendo luego en su hogar la visita de un ministro de comunión que le lleva el cuerpo de Cristo para comulgar. O las redes sociales pueden ayudar, con su múltiple oferta religiosa, a preparar la celebración de la Misa a través de la lectura previa de la Palabra o un momento de meditación. O esas mismas redes pueden contribuir a reforzar el encuentro y la comunión de una comunidad que, luego, expresará esos valores en la celebración “física” de la Eucaristía. Como lo expresa un reciente documento del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede, “si una familia usa la red para estar más conectada y luego se encuentra en la mesa y se mira a los ojos, entonces la red es un recurso. Si una comunidad eclesial coordina sus actividades a través de la red, para luego celebrar la Eucaristía juntos, entonces es un recurso”. La web social puede ayudar a los caminos de comunión e interrelación, y por eso es bueno aprender a estar en ella, pero “no sustituye el encuentro en persona, que cobra vida a través del cuerpo, el corazón, los ojos, la mirada y la respiración del otro” (Hacia una plena presencia).
La celebración del Corpus Christi nos recuerda la presencia real de Cristo en la Eucaristía, alimento de vida para nuestro camino. Nuestra participación en ella también necesita ser real, no solo como meros espectadores. Se trata de vivir injertados en Cristo, para dar frutos de bien y de amor.