Por Luis Flores Quintana, sacerdote diocesano, para Diario Crónica Chillán.
Un profesor en la universidad decía, con realismo exasperante, que por muy mal que estuvieran las cosas, siempre podían ser peores. Al concluir el año pasado, aunque alguien estuviera de acuerdo con esta frase, le habría sido imposible imaginar cómo sería el año que termina, en nuestro país y, en el mundo entero. La primera tentación es borrarlo de la memoria, no pocas veces, hemos escuchado: “cuando esto termine vamos a quemar las mascarillas” y a “destruir los calendarios de este año”. Nadie desea repetir lo que hemos vivido, ni siquiera vale la pena recordar tanto que tuvimos que recalendarizar, postergar, innovar o aprender. Casi nada fue como lo planificamos. Casi todo se nos fue de control. ¿Será un año para olvidar?
Cuando, en la vida, vivimos situaciones que rompen toda rutina, si bien nos desestabilizan, también se convierten en tiempos especiales, que no olvidaremos. Es cierto que el mero recuerdo, mejor dicho nostalgia, pareciera crear vínculos y sensación de experiencia común. Baste recordar como nuestros abuelos hablaban de su terremoto, como lo habían vivido, qué hacían y cómo sobrevivieron. Algo parecido sucede, a las últimas generaciones, con el terremoto del 27F. Sin embargo, cada experiencia es diferente y si no la convertimos en aprendizaje, será una anécdota que contaremos, de manera repetitiva, sin mucho contenido. Del 2020, tal vez, diremos que fue el año de las mascarillas, del alcohol gel, del teletrabajo y que nos lo pasamos lavándonos las manos.
Si nos detenemos un poco, nuestra existencia tuvo lo que normalmente tiene y, también, una ruptura profunda de nuestras rutinas. Algunas personas, siguieron haciendo lo que hacían pero, con más gente en casa; algunos se enfermaron y no del covid19 y, su enfermedad fue un impacto en sus vidas; a otros sí los afecto el virus, otros sin tenerlo, le afectaron, gravemente, las medidas para evitar contagio, el encierro, la imposibilidad de contacto social o cercanía con familiares y amigos. Hubo noticias familiares buenas y malas, el mundo laboral estuvo lleno de novedades, alta cesantía y teletrabajo. Muchas familias tuvieron tiempos que, en el futuro, extrañarán. Hubo jóvenes que concluyeron sus estudios, otros iniciaron nuevos procesos en sus vidas y también fallecidos. Todo esto no puede ser una anécdota, no puede desperdiciarse.
Estamos de cara a la fiesta de año nuevo. Es legítimo tener esperanza y anhelos de un futuro mejor para el año venidero pero, sería irresponsable no valorar todo lo acontecido en el año que se va. Un año tan diferente, tan intenso es fuente de crecimiento y aprendizaje. Aprendamos de lo que hemos vivido, todos hemos crecido. Incluso, podemos atrevernos a decir que hay un aprendizaje universal. No estamos solos, lo que le suceda a otros nos afecta y baste eso para que nos importe. Que nada de este año se pierda, incluso si en tu familia o, personalmente, te viste afectado por el virus, esa experiencia se puede aprovechar y ayudarnos a ser mejores personas.
Muchas gracias Luis, hermosa reflexión, tremenda tentación querer borrar este año. No debemos borrarlo, si no de nada servirá, después de este año debemos valorar más los abrazos, las reuniones presenciales, los encuentros familiares, el hogar, debemos ser más sensibles y solidarios frente a los que sufren y ver a Cristo en la sencillez de la vida, lejos de los malls.
Me encantó , lo encontré muy real , de todo se sacan lecciones que van a formar de nuestras experiencias .Quedará grabado en muestras memorias para no olvidar cómo cambiaron nuestras vidas y cómo todo éste desastre nos tiene que llevar a ser mejores personas porque pienso que se produje un cambio en nuestros valores , priorizamos y valoramos muchas cosas que antes eran irrelevantes
Padre Luis, un año distinto, pero de gran reflexión debemos realizar cambios profundos con nosotros y con todo ser vivo, necesitamos este planeta para seguir viviendo y estar con los que queremos.
Saludos desde San Carlos Ñuble.
Muchos quisiéramos olvidar este año que nos obligó a guardarnos, a estar encerrados y lejos de quienes queremos. Sin embargo, ayudó a tomar un respiro, a calmar las revoluciones y protegernos. Definitivamente, este 2020 será difícil de olvidar. Nos queda tratar de lograr que 2021 sea con mejores proyecciones y esperanzas
Muy buena reflexión, ojalá edte tiempo nos ayude a ser mejores y a valorar las cosas sencillas de la vida.
Muy buena reglexión ojalá que este tiempo de pandemia nos ayude a cambiar algo en nosotros a valorar la cosas sencillas y simples de la vida.
Hermosa reflexión P. Luis… sin duda podemos, puedo sacar, experiencia de este año y trabajar para crecer y ser mejor persona…
Gracias P. Luis por su aceptado comentario asido un año difícil pero hemos crecido en la fe al menos a mi me pasa porque he tenido que ayudar a mi familia a salir de esta. En la mañana comentamos con Pilar sus omilias lo extrañamos un abrazo
Una reflexión, acorde a este tiempo que hemos vívido, sin duda quisiera no recordarlo y borrarlo de mi memoria, pero eso sería ser poco agradecida de Dios y de su misericordia, me dio vida después del covid19, no soy la misma, no tengo las mismas fuerzas, pero estoy viva, mi familia está bien, no nos faltó trabajo, ni alimentos…será un año para recordar con respeto y gratitud.
Excelente muy buena reflexión
Muy buena reflexión P. Luis. Creo que este año nos ha enseñado a valorar el don de la vida.
Padre Luis…el tema de las enseñanzas por lo acontecido este año que termina…ha sido de muchas personas…aca en mi trabajo se ha repetido: la enseñanza de este periodo en familia…de las cosas que nunca se comparten…conversaciones…álbumes familiares…experiencias vividas….creo que en general nos conocemos mas.Un saludo de estos lados….gracias por compartir….abrazos.
Una reflexión para aterrizarnos aceptar, valorar y recordar todo momento vivido, todo es un regalo de Dios si es bueno es para alegrarnos y agradecer, si es malo es para sacar lo positivo y mejorar como persona y como seres humanos. Sin duda este 2020 será recordado siempre. Me quedo con el gozo de haber disfrutado a mi familia. Gracias amigo por esta precisa y hermosa reflexión.