Por Luis Flores Quintana, sacerdote diocesano. Para Diario Crónica Chillán.
La soledad ha sido una sombra que se agigantó durante la pandemia. Quienes más la sufrieron fueron los mayores, especialmente, los que viven solos. Un especial cuidado salvó la vida de muchos pero los hizo vivir encerrados, en momentos, hasta tenían que pedir permiso para salir y sin posibilidad de ver, saludar, menos tocar a sus seres queridos. En la sociedad tenemos varias palabras para referirnos a los mayores, adultos, ancianos, tercera edad, también dedicamos un día, el 1 de Octubre. Pero en la vida familiar el término formal es abuelos y abuelas, normalmente, con el diminutivo aunque la relación sanguínea no exista. Ser adulto mayor es una condición marcada por un número de años. Ser abuelo o abuela es una relación que evoca ternura y afecto.
Los tiempos actuales han cambiado la imagen de los abuelos y abuelas, son más jóvenes y están plenamente integrados en la vida social y familiar, muchas veces son el soporte de la educación y cuidado de los hijos de sus hijos. Con todo, es una tarea pesada, la brecha generacional lo hace todo más difícil y la sabiduría que transmiten no siempre es bien acogida.
En este contexto el papa Francisco escribe a los mayores diciendo “yo un anciano como tú” quisiera dirigirte las palabras de Jesús “yo estoy contigo todos los días”. De esta manera, los convoca e invita a la sociedad a celebrarlos. Ha instaurado el día mundial de los abuelos y mayores, será cada cuarto domingo de julio, teniendo así la cercanía de la fiesta de Ana y Joaquín, los abuelos de Jesús. El deseo del papa es que, al celebrarlos, se encuentren las generaciones y se unan los sueños y la memoria.
El desafío es rescatarlos de cualquier soledad, invitarlos a seguir siendo un aporte, no solo por la presencia y la estima, sino por la memoria. Él mismo papa se pregunta y pregunta: ¿cuál es nuestra vocación hoy, a nuestra edad? Y se responde “custodiar las raíces, transmitir la fe a los jóvenes y cuidar de los pequeños. No lo olviden”. Parafraseando lo que dice más adelante podemos decir: No importa la edad que tengas, si sigues trabajando o no, si estás solo o tienes una familia, si te convertiste en abuela o abuelo de joven o de mayor, si sigues siendo independiente o necesitas ayuda, no importa, porque no hay edad en la que puedas jubilarte de la vida. Hasta el cansancio hemos escuchado que nadie se salva solo, a ellos, también nosotros, podemos decirles: estamos contigo todos los días.