Presentada el lunes pasado la propuesta de una nueva Constitución, comenzaron más explícitamente las campañas y pronunciamientos. Y como ante tantos otros procesos eleccionarios, de nuevo nos encontramos profundamente divididos. Es lo normal en política, podrá decir alguien, pero teníamos la esperanza de que esta vez fuera diferente: por la abrumadora mayoría que marcó el apruebo en el plebiscito de entrada, y por el desafío trascendental de elaborar un marco jurídico-político que nos identificara ampliamente y que debe regirnos por muchos años. Pero no se ha logrado y tendremos que tomar una opción entre dos polos que se enfrentan con bastante distancia y agresividad mutua. Como dijo alguien, esto no tenía que ser como el sí y el no de 1988.
Puestos ante este escenario, creo importante asumir posturas razonables y constructivas. La primera, no convertirnos en “militantes furibundos” por una opción u otra, creyendo que yo tengo toda la verdad y el otro ninguna. O, lo que es más grave, creyendo que mi postura es moralmente superior, descalificando al otro. Hay quienes creen que sólo su postura representa el cambio, o la democracia, o la justicia, o la sintonía con los procesos sociales que ha vivido el país, o los valores cristianos, asignándole al que tiene una postura distinta todos los males. No significa que no poseamos convicciones y no tengamos que luchar por ellas, pero en materias sociales podemos compartir diagnósticos, incluso ideales, pero apostar por caminos distintos dentro de un marco democrático.
Lo segundo, es no dejar de buscar el diálogo y de tender puentes. El país tiene que seguir su marcha más allá del plebiscito, y seguiremos desafiados a construir una cultura del encuentro que integre a los diferentes. En su Encíclica Fratelli Tutti, el Papa Francisco nos insta a apasionarnos por buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. Si ahora no se ha logrado, hay que seguir buscándolo, porque seguirá siendo necesario un pacto social que respete y asuma las diversas cosmovisiones, culturas o estilos de vida que coexisten en la sociedad. Es un trabajo lento y difícil, pero es la única garantía de una paz real y sólida. Esperemos que nuestra democracia sea capaz de asumir este desafío, y cada uno de nosotros coopere con sus actitudes y compromiso.
Lo tercero, es no dejar de sostener y promover ciertas verdades esenciales que han de fundar la convivencia social y cuyo centro es el respeto de la dignidad humana. Porque dialogar y buscar consensos no se opone a reconocer exigencias morales universales que otorgan solidez a una ética social. La primacía del bien común, el respeto a la vida humana, la solidaridad, la participación, la opción preferencial por los pobres, junto a valores como la justicia, la verdad y la libertad, son alguno de esos principios que hay que seguir profundizando, para que sean nuestra guía en la edificación de la sociedad. El diálogo no significa que todo dé lo mismo.
Finalmente, viene bien un poco de buen humor, no para aceptar lo que considero como males, sino para confrontar posturas con los demás sin perder la paz y convertirnos en enemigos. También un poco de fe, para orar por nuestra patria y poner sus caminos en las manos de Dios.
Creo qe solo los queda orar para lo qe gane sea lo mejor para nuestro país y el respeto hacia los seres humanos qe los cambios sean mejor salud mejor educación y mejores sueldos para los adultos mayores mucha gente está ganando sueldos exuberante y de eso ojalá eso lo arregle la nueva constitución
No creo que estemos tan divididos. Si se ha presentado por la prensa que existe una aparente divisiín y ella es entre los políticos tradicionales y los convencionales.
Me parece muy peligroso que se ha pretendido hacer parecer que el país esta dividido en dos . Personalmente cuando vemos los resultados de los convencionales, fue el pueblo el que eligió a esos representantes.
Y cuando se ven las votaciones del articulado de la convención todo lo aprobado fue con más de 100 votos, o sea debían estar de acuerdo a lo menos 2/3.
Sin embargo es muy necesario dar una lectura tranquila y sin apasionamientos, ya que esta Constitución no es perfecta, pero inicia un camino nunca transitado donde ha sido la voz del pueblo la que se manifestó.Y reconocer que son las grandes mayorías las que se beneficiaran con el reconocimiento de los derechos. También y lo mas importante es que los legisladores deberán dictar las leyes que hagan realidad esos derechos.