El Presbiterio de la Diócesis de Chillán celebró la noche de este martes la Misa Crismal, instancia presidida por el obispo Sergio Pérez de Arce en la Catedral de la ciudad. En la celebración, los presbíteros confirmaron sus promesas sacerdotales y el obispo bendijo el crisma y los óleos que se usarán durante el año para impartir distintos sacramentos.
En su homilía, el padre Sergio señaló que “estamos contentos de reunirnos, aquí, una porción representativa del pueblo de Dios que peregrina en Ñuble, para reconocernos hermanos y renovarnos en la misión, y estamos contentos de que el presbiterio esté junto a su obispo, para renovar sus promesas sacerdotales”.
El obispo recordó que, durante la mañana de este martes, los sacerdotes de la Diócesis se reunieron en Casa Tabor para vivir su jornada mensual y que juntos agradecieron a Dios por la vocación. “Ese llamado del Señor, esa vocación sacerdotal, es algo preciado para nosotros, porque el Señor nos miró con amor y nos confió su misión; y es una experiencia a la que volvemos siempre, esperando que se una chispa que siga encendiendo nuestro servicio hoy, que sea una fuente de renovación para mantenernos en el servicio incluso cuando nos acechan los cansancios y los desánimos”, dijo.
Por eso su invitación fue a servir desde los distintos dones y carismas. “Es el desafío de la sinodalidad, que nos hace comprendernos ‘caminando juntos’ al servicio del Reino. En esto tenemos que seguir dando pasos, con perseverancia y espíritu fraterno. Los presbíteros no tenemos que abandonar nuestra tarea de ser pastores, de ser guías de la comunidad a la manera de Jesucristo. A veces, incluso, la carga se hace pesada porque tenemos bastantes responsabilidades y desafíos, y no siempre están todas las manos y los medios para afrontar esa misión. Pero tenemos que seguir revisando y perfeccionando el modo en que ejercemos la autoridad, el modo de los procesos de discernimiento y participación para tomar decisiones, y las relaciones concretas y cotidianas que establecemos con las personas, para que estén teñidas de fraternidad, cordialidad y auténtico afecto”.
El obispo agradeció también la presencia de las parroquias, comunidades y colegios de los distintos decanatos e hizo un recuerdo de los sacerdotes que han partido este último año, el padre Gustavo Grandón y el padre Juan Carlos Rodríguez.
Sacerdotes
En nombre de los presbíteros de la Diócesis de Chillán, tomó la palabra el párroco de San Carlos Borromeo, padre Francisco Jiménez. “Doy gracias a Dios por el don del sacerdocio, gracias Señor por este regalo que tantas veces no sabemos apreciar; gracias por los sacerdotes mayores que han sido testimonio de servicio y de fidelidad; gracias por los sacerdotes enfermos cuyos testimonios de entrega hasta el sufrimiento nos anima a seguir luchando en la vida; gracias por los sacerdotes párrocos que como pastores responsables están siempre guiando y acompañando a sus comunidades; gracias por los sacerdotes misioneros, su ejemplo es una invitación a dejarlo todo para anunciar en todo ambiente la palabra divina sin complejos; gracias por los sacerdotes que trabajan en los hospitales, donde su presencia es signo de la presencia de Dios que es signo de salud; gracias por los sacerdotes que trabajan en las escuelas, las universidades y todas las instituciones educativas porque se esfuerzan en mostrar que la fe y la cultura se necesitan mutuamente; gracias por los sacerdotes que acompañan a los grupos que acompañan tantos movimientos y grupos que hay en la iglesia diocesana y que hacen lo posible que el fuego del apostolado esté siempre vivo. Gracias por los sacerdotes que nos acompañan en nuestro camino espiritual por su escucha, silencio, respeto, palabras de consejo, consuelo y ánimo; gracias por los sacerdotes que trabajan en comunidades campesinas; gracias por los sacerdotes que trabajan con los más desfavorecidos de nuestro mundo injusto, porque intentan construir con gestos proféticos el reino de la bienaventuranza”.