Hemos comenzado el domingo pasado el tiempo del adviento y estamos comenzando el mes de diciembre, y nos situamos casi espontáneamente ante la Navidad y el fin del año.
Queremos que en estas semanas nos acompañe un lema: “Navidad, acoge a Dios y siembra esperanza”
Acoge a Dios. Los que somos más adultos nos acordamos de ese Congreso eucarístico en 1980 que nos decía: No temas, abre las puertas a Cristo. Y es una invitación constante de la Iglesia: Abre las puertas a Cristo. Y el mismo Señor nos dice en el Apocalipsis: Mira que estoy a la puerta y llamo.
Nuestro mundo relega a Dios a un lugar secundario, y de la misma Navidad se ha sacado a Dios. Nuestra cultura se ha quedado con el envoltorio, la fecha de Navidad, pero ha botado el contenido. Por eso invito a los católicos y a toda persona que no quiere olvidar a Dios: Abre las puertas a Cristo, acoge a Dios, él nos trae la salvación y la vida. Que estos tiempos de incertidumbre, en que constatamos tan claramente nuestras vulnerabilidades, nos ayuden a ver más claro que es Dios quien nos puede dar Vida y Salvación. No nos quedemos con sucedáneos.
Y quien acoge la vida de Cristo, siembra esperanza, paz y bien.
Hay harta oscuridad entre nosotros, harta violencia, agresividades, desencanto y hasta aburrimiento. Incertidumbre, enfermedad y muerte. La esperanza nos dice que aún en medio de oscuridades y cansancios, hay una luz de alegría, de bondad y de vida que nos viene de Dios y también del amor entregado por tantas personas.
Siembra esperanza. No pongas a tu alrededor más oscuridad, agresividad o pesimismo. Ayuda a que nazca y renazca cada día entre nosotros la vida nueva de Cristo.
Y ten en tu casa algún signo de vida y de Dios para este tiempo: una corona de adviento, un pesebre, un árbol, una luz. El Señor viene, él es el gran regalo de la Navidad. ¡Abre las puertas a Cristo!
Sergio Pérez de Arce Arriagada
Obispo de Chillán