Por Guillermo Stevens, para Diario Crónica Chillán.
Recientemente se dio a conocer un anticipo de la CASEN 2020, la encuesta que se elabora cada tres años para conocer el nivel de pobreza y de distribución del ingreso. En esta ocasión los datos fueron obtenidos en forma telefónica entre octubre de 2020 y febrero de este año. Como era de esperar, por el efecto combinado de la protesta social de octubre 2019 y la pandemia del Covid-19, los resultados fueron más negativos. Ello se tradujo en que a nivel país, desde la anterior medición, la pobreza subió de 8,6 % a 10,8% y la extrema pobreza subió de 2,3 a 4,3 %. Para el caso de Ñuble, la situación es más crítica, pues el 14,7 % de su población – sobre el promedio nacional -estaría bajo la línea de la pobreza.
Estas son cifras sobre las cuales se esconde rostros de personas concretas que están impedidas de satisfacer sus necesidades básicas. Recordemos que, para una familia compuesta de cuatro integrantes, la línea de pobreza en cifras a enero de este año, corta en poco más de 466 mil pesos y la de pobreza extrema en casi 311 mil. Estos datos no han hecho otra cosa que poner en un informe lo que los hogares más pobres ya han estado experimentando con la pérdida o disminución de su trabajo y la dificultad para encontrarlo aquéllos que lo han perdido.
Por otra parte, se ha mostrado también que la relación de ingresos entre los más ricos de la sociedad y los más pobres, segmentado en quintiles o deciles, se ha incrementado a niveles récord, cuestión que si se mira con un espíritu positivo no debe ser motivo de culpa ni recriminación para nadie si se ha actuado de buena fe, sino que para que los más favorecidos no rehúyan su compromiso con la sociedad, sea cumpliendo cabalmente con los sistemas tributarios que es el mecanismo que el Estado se da para recoger ingresos para redistribuir o participando en las múltiples iniciativas de ayuda que diversas entidades, la Iglesia entre ellas, están continuamente generando.
Nos aproximamos al mes de agosto, en que se recuerda al Padre Hurtado, cuyo espíritu de servicio a los pobres en iniciativas que han perdurado a través de los años nos estimula a emularlo en actitudes y acciones de solidaridad y que están al alcance de todos, incluido usted, por cierto, amable lector.