Por Paulina Benavente, para Diario Crónica Chillán.
Al comenzar un nuevo año siempre es necesario mirar hacia atrás, no necesariamente por melancolía sino porque al mirar y degustar la vida podemos tener grandes aprendizajes.
Durante la niñez lo más probable es que nuestra alegría solo estuviera asociada a lo placentero, a aquello que nos sorprendía y extasiaba; a lo nuevo, a lo que descubríamos. Con el paso de los años uno va aprendiendo que no sólo esos momentos son los que animan tu vida, sino que también aquellos cargados de dolor resultan ser profundamente enriquecedores.
Hace unos días fallecía el nieto de una persona muy querida. No lo conocí personalmente, conozco a su madre de quien fui compañera en el colegio, y a su abuela quien fue mi profesora. No nos une la amistad cotidiana, pero si la maternidad, la conciencia de ese amor que se nos ha confiado a las madres, de esa solidaridad ante el dolor que de sólo imaginar nos estremece profundamente, que nos hace doler el útero.
Ante el dolor es difícil decir algo que lo pueda aliviar. El dolor se siente, entra en ti, por momentos no te deja respirar e incluso puede darte la sensación de que nunca pasará. Tiñe todo lo que estás viviendo, no se puede dejar a un lado por mera voluntad, de alguna forma hay que tomarlo así como viene.
Por otra parte el dolor es necesario vivirlo, dejar que nos inunde, que toque nuestro interior como una forma de que ese amor que ha partido se grabe más profundamente en nosotros. Será como un tatuaje imborrable, su huella se confundirá con nuestro ser, lo veremos cada día y así podremos llevarlo siempre con nosotros.
Al mirar atrás podemos gozar de los recuerdos, reír con energía ante las historias compartidas, volver a gustar de esas conversaciones con o sin sentido, de esas bromas que nos arrebataron carcajadas, de esas miradas y gestos que ahora son parte de nuestra riqueza interior porque de esa manera siguen viviendo con nosotros.
Mirar atrás es perdonar y perdonarse, es respirar profundo para seguir caminando, es atesorar la vida y sus circunstancias, es valorar lo que tenemos y lo que nos han dejado. Que maravilloso es poder mirar atrás y darnos cuenta de todo lo que hemos vivido y como cada momento nos ha ido construyendo o destruyendo si no lo asumimos.
Cada vez que miramos atrás tomamos aliento para seguir adelante. Me atrevo a decir hoy ¡Bienvenido 2022!, aquí estamos frente a ti, no sabemos que viene pero si sabemos como vamos, somos conscientes de lo que llevamos en nuestras “maletas”. No te tememos porque somos hijos del más grande, del que ha conquistado todo para nosotros. Somos capaces de seguir en medio de la incertidumbre, de hecho ni siquiera una pandemia nos ha quitado la esperanza.
Un abrazo a ti que hoy estas adolorida, seca las lágrimas y sonríele a esta vida que te ha sido dada para amar y seguir amando a los que están aquí y a los que ya han partido. Mi oración hoy va por ti y por él que ya está en los brazos de su Padre.