Con una eucaristía celebrada este sábado en la Catedral de Chillán, la Diócesis San Bartolomé despidió al obispo emérito Alberto Jara Franzoy, quien dejó de existir este jueves a los 90 años. La celebración fue encabezada por el obispo emérito de Rancagua, Monseñor Alejandro Goic, quien estuvo acompañado administrador apostólico de Talca, Mons. Galo Fernández; el obispo de Los Ángeles, Mons. Felipe Bacarreza; el obispo emérito de Los Ángeles, Mons. Miguel Caviedes y el administrador apostólico de la Diócesis de Chillán, padre Sergio Pérez de Arce.
La homilía estuvo a cargo del padre Raúl Manríquez, quien recordó al obispo Jara Franzoy como un sacerdote que se entregó a la iglesia. “Vino a servir, como decía el lema que inspiraría sus actos como pastor de esta iglesia particular, misión que él expresó así en su primera homilía: ‘Este es mi gran deseo, quiero servir a la iglesia de Chillán junto a sus sacerdotes, diáconos, laicos, religiosas, cada uno en su propio rol, sentir a cada uno de los habitantes de la provincia de Ñuble sin distinción con el anuncio de la buena nueva y una vida que dé testimonio’”, recordó.
“Nos permitió que viviéramos juntos con él por casi 24 años, una historia de acontecimientos fuertes, turbulentos, dramáticos a veces en el acontecer del mundo de entonces en nuestro país y en la iglesia. Pero también con acontecimientos alegres y esperanzadores, porque la vida está hecha así, con luces y sombras, de sufrimiento y de gozo, de muerte y de vida, siguiendo a Jesús en su acontecimiento pascual”, dijo.
Por su parte, el administrador apostólico, padre Sergio Pérez de Arce, leyó una carta enviada por el cardenal secretario de estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, a la Diócesis de Chillán y a la familia del padre Alberto presente en sus hermanas y sobrinos. “El Santo Padre, al recibir la noticia del fallecimiento de monseñor Alberto Jara Franzoy, obispo emérito de San Bartolomé de Chillán, le expresa su profundo sentimiento de pesar, rogándole que tenga la bondad de transmitirlo a la familia, al clero, a las comunidades religiosas y fieles de esa Diócesis. Asimismo, recordando a este pastor que vino a servir y llevar a todos la alegría del evangelio, el Santo Padre ofrece su oración por el eterno descanso de su alma y otorga con afecto su bendición apostólica como signo de fe y esperanza en el Señor resucitado”, leyó.
Al finalizar la eucaristía, los sacerdotes llevaron el féretro de monseñor Alberto Jara hasta la cripta de los obispos ubicada en la misma Catedral.
Reacciones
Monseñor Alejandro Goic, precisó que “Alberto fue un hombre profundamente evangélico, sencillo, servidor; como cualquiera de nosotros tenía límites también. En los 24 años que sirvió acá y en la Conferencia Episcopal en varias responsabilidades, siempre fue un testigo de Jesús. Esto era inevitable, los procesos humanos son así, pero lo que justifica la vida de un ser humano es el bien que haya hecho y él hizo mucho bien, así que estoy seguro que estará con Dios en el reino de los cielos”, señaló.
El alcalde de la ciudad, Sergio Zarzar, envió desde Roma, un afectuoso saludo a la Diócesis San Bartolomé que fue leído por su hermano Jorge. También, Claudio Pucheu, un ex colaborador de la Diócesis, leyó una sentida carta con pasajes del trabajo que juntos desarrollaron en el Obispado.
Por parte del presbiterio, el padre Luis Flores, dijo que “para los sacerdotes, él fue la cabeza de la iglesia por 24 años, en los que hay mucho que agradecer. También ha desaciertos y más de alguien ha sufrido por ellos, así somos las personas, ni siquiera aquellos a los que llamamos santos han tenido una vida solo de bondad. A todos se nos da la vida para que laboriosamente trabajemos por un mundo mejor y justo, y cuando llega la muerte, a Dios corresponde el juicio”, dijo.
Otro de los sacerdotes presente en la celebración, Mariano Puga, recordó cómo conoció a monseñor Jara. “Con Alberto éramos compañeros de Arquitectura en la Católica y posteriormente trabajamos junto a otros en el basural de San Manuel. Ahí, a través de los pobres de la basura de Santiago, descubrimos juntos a Cristo en el evangelio. Por eso estoy aquí, porque Alberto fue un hermano querido”, enfatizó.