Por Guillermo Stevens, para Diario Crónica Chillán.
En el día de hoy en gran parte de los países del mundo occidental se celebra el Día del Padre, un manera oficial y organizada en que los hijos vuelven la mirada a su progenitor varón e idean distintas maneras de hacerles pasar un día agradable. Según se dice, esta celebración habría surgido en la primera mitad del siglo XX, en distintos años según el país, cuando algunos padres habrían manifestado su deseo de que, así como se celebraba a las madres, les gustaría que también hubiera un día dedicado a ellos. Y como cuando de fiestas se trata cualquier motivo es bueno, y este especialmente, se iniciaron los festejos y desde entonces no se han detenido.
Nunca ha sido fácil ser padre, particularmente en los tiempos actuales en que todo cambia y tan rápido. Las diferencias generacionales que desde siempre han existido, hoy son mucho más amplias. La imagen de proveedor persiste acentuada, pues la sociedad de consumo la potencia, pero ahora arrastrando a la madre, para que en el hogar nada falte, con el inconveniente que la atención que los hijos requieren se ve disminuida. El padre contemporáneo tiene más claro que su antecesor que forma parte de su deber ser el ocuparse de la educación de su hijo, claridad por cierto a la que ha contribuido las luchas por igualdad del movimiento feminista, pero aun así la parte fuerte la sigue llevando la madre que suma a las obligaciones del trabajo fuera de la casa, las tareas del hogar y de la crianza. Por lo que sea, el padre joven poco se ha ido involucrando en la formación y cuidado de sus hijos, partiendo con la “muda” de los primeros meses de vida, siguiendo con la alimentación y el acompañamiento en los primeros juegos. Cada vez hay más conciencia, que los hijos son asunto de dos, padre y madre, en una labor compartida, lo que no se extingue, claramente, aún si la convivencia entre los padres se ha roto. Ha quedado en la memoria como un escándalo la situación de incumplimiento de pago de la pensión de alimentos a sus hijos de cientos de miles de padres, descubierta con motivo de los retiros de los fondos de las AFP.
Otra diferencia de los tiempos actuales es la longevidad de su población. En Ñuble casi 33.000 personas, el 6,4 % de su población, tiene más de 75 años, constituyéndose en la región con la mayor proporción del país. Esta es una situación que tiene consecuencias ya desde ahora, y que el imperativo evangélico de “honrar padre y madre” nos estimula para tenerla presente, cada uno a su nivel para buscar medidas de un mejor bienestar y por lo pronto a expresar su cariño y agradecimiento a todos nuestros padres, ancianos y no tanto.