Por Sergio Pérez de Arce, Obispo de Chillán. Para Diario La Discusión de Chillán.
Hemos tenido que aprender a vivir con la incertidumbre y seguimos con muy pocas seguridades sobre lo que viene: ¿Disminuirán los contagios o habrá rebrotes? ¿Volverán las clases este año? ¿Avanzaremos en las etapas del paso a paso? ¿Podremos realizar aquella actividad planificada para fin de año? ¿Participará la gente masivamente en el plebiscito? Ni hablar de otras incertidumbres todavía más graves que viven muchos: si se encontrará o no un trabajo, si se podrá reabrir o no el emprendimiento que da el sustento, si alcanzarán los ahorros, etc. Vivimos sobre una “cuerda floja” y esto desgasta y desalienta, sin que se aleje el temor.
Ante la incertidumbre surgen las expectativas, unas más realistas que otras: que venga pronto una vacuna, que los contagios bajen de verdad, que la economía y el empleo se recuperen, etc. Pero a menudo las expectativas no nos comprometen, las miramos más como algo que depende de otros o de las circunstancias, manteniéndonos en lo personal más bien paralizados o simplemente observadores.
Distinta es la esperanza, que sí nos compromete, porque se apoya en la convicción de que podemos y necesitamos buscar juntos un mundo mejor, con la consiguiente decisión de asumir nuestra parte en aquellas acciones que pueden hacer posible el futuro inmediato y remoto que anhelamos.
Hay muchos que han contribuido y siguen aportando a una esperanza que achica la incertidumbre: los vecinos que se han organizado en los comedores y las instituciones que les han apoyado; las personas y grupos que actúan con responsabilidad en la convivencia diaria, ateniéndose a protocolos y cuidados mutuos; los educadores y familias que apoyan a los estudiantes en su desarrollo escolar; los que construyen comunidad de muy diversas formas, etc. No olvidamos las adversidades y la dureza de la realidad, pero cuando el bien triunfa sobre el mal, la afirmación de la vida sobre los signos de muerte, y la solidaridad sobre el egoísmo e el individualismo, vemos que en la humanidad hay muchas reservas de esperanza.
Pero la esperanza, en perspectiva cristiana, se apoya sobre todo en Dios, que abre un camino al futuro incluso cuando todo parece cerrado y acabado. Así como sembró vida al crear el mundo y nos liberó de la muerte por medio de la resurrección de Cristo, volverá a darnos libertad y plenitud en fidelidad a sus promesas. Por eso la esperanza no se apoya tanto en nuestras fuerzas o es solo una conquista humana, sino que es fruto de la fidelidad de Dios, que promete estar siempre con nosotros. La fidelidad de Dios es la principal razón para seguir esperando.
La presencia de Dios en medio nuestro no suprime los problemas. Por eso la esperanza no es ilusa, sino realista y con sentido crítico. Pero en medio de la oscuridad siempre ve una luz, porque es Dios mismo quien está comprometido en el triunfo de la luz sobre las tinieblas. Así el Señor nos alienta, para no encerrarnos en el temor, sino asumir con una actitud activa nuestro compromiso histórico por la justicia y la paz. “Es el contagio de la esperanza” que brota de la resurrección de Cristo, nos dice el Papa Francisco, y que no es “una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas (…), sino la victoria del amor sobre la raíz del mal”.
Maravillosa, reflexión, sobre todo lo del » Contagio de la esperanza». Ciertamente una verdad teologal, propia de nosotros los Cristianios, que se ha de avivar, buscando la gracia del soplo del Espíritu Santo.
P. nos quedan claras nuestras incertidumbres.
Los que no tienen claro los temores de los ciudadanos son todos los políticos sin distinción.
Me explico, han manejado la «pandemia» con un criterio meramente político, tratando cada uno de aparecer repartiendo Escualidas Cajas que no han solucionado nada.
Con mucha pompa se anunciaron créditos a las Pymes que llegaron a medias porque la operación se la dejaron al criterio de los bancos.
Han dejado a los ciudadanos que se las arreglen solos en Ollas Comunes y Cocinas Solidarias, con aportes insuficientes o extemporáneos, y ellos «los políticos y el estado» se han lavado las manos, salvo el Ejército y Carabineros que han estado con nosotros en esa ardua tarea.
Chile no tiene grandes problemas económicos.
El problema es que han hecho el gobierno con los miles de millones de dólares de ahorros y en caja.
Una prueba, a fines de octubre el Gobierno dijo que satisfacer los reclamos del «estallido social» costaba 3.800 millones de dólares, que ahora hemos descubierto equivalían al 15% de los 27.000 mil millones de dólares que habían de ahorro.
Entonces los ciudadanos se preguntan ahora PORQUÉ NÓ SOLUCIONARON EL TEMA, y resulta ser que al final del camino se ha botado a diestra y siniestra esa plata en bonos y bonitos esporádicos para mantener al pueblo en la expectativa de que «el Gobierno está trabajando».
Esto es inaceptable Padre Sergio, porque los ciudadanos a pié se han pagado sus sueldos con «sus propios ahorros» de los Fondos de Cesantía, favoreciendo a los empresarios.
Es también inaceptable que el día 1° de septiembre las Notarías de Chillán estaban llenas de gente y un Notario amigo me comenta -nunca se habían firmado tantos finiquitos juntos- y los que finiquitaron a sus trabajadores ¿quienes fueron ?.
P. Sergio la incertidumbre de sus Laicos y las demás ciudadanid es saber cómo van a subsistir a contar de octubre, porque ya no les quedaron fondos de cesantía a la mayoría.
Por último, el mayor temor de nosotros la mayoría de «los civiles», es que por culpa de la pésima administración de los recursos del Estado vuelva un NUEVO Y LETAL ESTALLIDO SOCIAL que puede amenazar nuestro sistema civil y democrático, cuyas consecuencias sin duda que serán dolorosas para todos.
Por eso hay que rezar y rezar por Uds. nuestros Curitas para qué estén fuertes y luchen por nosotros ante este futuro incierto.
Orgulloso de que sea nuestro Obispo y que Dios y nuestra Virgen lo bendigan a Ud., a nuestros Sacerdotes, Diáconos, Religiosos y Religiosas.
Dios lo bendiga que el señor Jesús le siga iluminando en su ministerio sus palabras son inspiradoras.