La situación migratoria es un tema que Chile debe abordar, qué duda cabe. La Cuaresma de Fraternidad este año especial también está haciendo lo propio a través de la campaña de la alcancía digital y son varias las instituciones que no han querido quedar al margen de la crisis humanitaria que se está viviendo en distintos rincones de Latinoamérica, de la que Chile no ha quedado exenta.
La directora del Servicio Jesuita a Migrantes de Arica, explicó a Revista Nuestro Camino, los alcances de esta crisis a la que estamos llamados como cristianos.
Javiera ¿cuál es la situación de la crisis migratoria en el país?
Los movimientos migratorios en Chile han aumentado considerablemente en la última década. Viene proveniente de países latinoamericanos y centroamericanos como de Haití y República Dominicana. Un factor que también hizo aumentar el movimiento migratorio forzado fue la crisis sanitaria que estamos viviendo.
Entonces la pandemia fue un factor
Sí, es un factor importante para las personas que tanto han llegado a Chile como de aquellos que han decidido regresar a sus países de origen. En el norte, tuvimos una crisis de personas que querían regresar a Perú apenas se cerraron las fronteras. Tuvimos que desarrollar un trabajo con el Consulado y Gobernación local para coordinar la salida de estas personas y también se produjo esta migración de vuelta. Tuvimos la oportunidad de viajar a Colchane y fuimos testigos de la migración entrante, pero también de personas y familias que también deseaban salir de Chile.
En términos de legislación ¿Chile avanza o retrocede en esta materia?
Respecto a la Ley de Migraciones, actualmente rige una muy antigua. Hay un proyecto de ley en marcha que está punto de salir. Tiene sus pro y contras, pero da buenas luces respecto de la actualización de la legislación que vela por el tema de migración. Hemos estado haciendo un seguimiento de los nuevos procesos para regulación migratoria, las visas nuevas, los procesos de regularización de las personas que vienen recién entrando, entre otras materias.
El migrante ilegal, ¿tiene algún derecho?
Las personas que ingresan por pasos no habilitados, están en situación irregular. Las personas que tienen garantizados derechos fundamentales solo son niños y adolescentes. Cuando alguien está en situación irregular en el país, no tiene acceso al sistema de protección social chileno. Esto genera una vulneración mayor respecto del que ingresa a Chile por turismo, por una visa temporal o que ya está en Chile por una permanencia definitiva. Esas son las problemáticas que trae la migración irregular. La legislación dice que cuando alguien entra por paso no habilitado, la sanción de esta acción es la expulsión. Pero, además, esto tiene un plazo para que la persona apele a esa expulsión. Garantizar el acceso a la protección social es complejo, sobre todo si esta persona quiere trabajar.
En el caso de Colchane y la expulsión de las personas por parte del Estado ¿ellos alcanzaron a apelar a esta orden?
No. Algunos alcanzaron a realizar una autodenuncia con el fin de apelar a que no fueran expulsados. Esto fue un proceso muy rápido. Nosotros presentamos algunos recursos, pero estos no alcanzaron a llegar a tiempo porque el vuelo salió muy temprano.
¿Qué les generó a ustedes como SJM esta expulsión en particular?
Es complejo y triste porque no hubo debido proceso. Eso lo consideramos grave. Nos pilló muy de sorpresa, aun cuando presentamos el recurso en tiempo récord.
¿Cuál es el escenario ideal para hacerle frente a esta crisis migratoria?
Hay que reconocer que lo que sucedió en la Región de Tarapacá es una crisis humanitaria que hay que tratar como tal. La respuesta es en conjunto con los otros países del Cono Sur. El problema no solo es de acá, sino también de otros países. Lo hemos dicho en innumerables ocasiones. Primero hay que reconocer la crisis como migratoria, pero también como humanitaria. No solo debemos tener soluciones de política migratoria, sino también de un trabajo que responda a la crisis globalmente.
¿Cuál ha sido el papel de la iglesia católica?
El SJM es una obra de la Compañía de Jesús que tiene como misión promover y proteger la dignidad y los derechos de las personas inmigrantes y refugiadas que llegan al país. Es la mirada y respuesta que tenemos que tener como iglesia, proteger la dignidad y los derechos de estas personas como podamos. Este es un trabajo multidisciplinario desde el área de educación, social jurídica. Nosotros en esta región montamos un comedor con una parroquia jesuita en donde llegamos a entregar raciones diarias de alimento a la población en general, con una mirada amplia que no discrimina a nadie. A través de la iglesia, abrimos microalbergues para las personas en tránsito que necesitaban llegar a otras ciudades para reunirse con sus seres queridos en plena crisis sanitaria. Esas son las respuestas que el cristiano debe tener.
¿Por qué creen que hay una parte de chilenos que no están de acuerdo con la migración, que aplauden la expulsión de Colchane?
Esta es una opinión personal. Yo creo que es un desconocimiento a lo nuevo porque, aunque para las regiones fronterizas es normal ver a migrantes, para la población general es aún algo nuevo y es un temor, por eso tenemos esta área de educación multicultural, que invita a conocer la inmigración, a saber por qué se generan los movimientos migratorios desde sus orígenes. Los que somos creyentes, sabemos que Jesús y sus padres migraron en muchas oportunidades.
¿Cuál es la invitación que ustedes hacen?
Los invito a profundizar más con la migración, a conectar con una familia migrante, si saludas a quien está vendiendo dulces en los semáforos verás que hay riqueza en esa persona. La invitación es a perder el miedo. Además, invitamos a que las personas cooperen en la campaña de Cuaresma a la población migrante, para apoyar a las familias que hoy están viviendo la vulneración. Los invito a ayudar del corazón y lo que permita el bolsillo. Pero también desde el voluntariado a través de las distintas parroquias.