En el Monasterio de las Hermanas Sacramentinas de Chillán Viejo el obispo Sergio Pérez de Arce realizó la Misa de Jueves Santo, recordando la Última Cena del Señor. En su homilía, el sacerdote señaló que “celebramos la eucaristía, la Última Cena, celebramos el memorial de la Pascua de Cristo. Pero antes, hacemos memoria en la primera lectura de que ya Israel hacía una fiesta solemne de la Pascua en la que Dios había liberado al pueblo de la esclavitud. Antes de vivir la pasión que lleva a Jesús a la resurrección, él establece estos gestos de pan y vino compartido como memorial de su Pascua. Cada eucaristía hace ese recuerdo, esa entrega de Cristo en la Cruz y la vida nueva que el Señor nos regala”.
“Hemos echado de menos la eucaristía durante este año por la pandemia. Sé que muchos hermanos, hermanas, no han podido celebrar este sacramento de manera habitual. Muchos seguramente, no han podido celebrar la eucaristía del domingo de forma presencial. Es una pérdida, algo que lamentamos y esperamos que podamos superar esta pandemia a la que Cristo está unido porque Él sufre con nosotros. Pedimos para poder superar este tiempo difícil”.
“Yo pensaba, sin embargo, que podemos vivir su profundo significado en la pandemia. La eucaristía nos recuerda que tenemos que ser constructores de comunión. Jesús cenó con múltiples pecadores, realizó muchas comidas y hacía un acto de comunión, más aún, Jesús restituía la comunión porque esos hombres y mujeres era pecadores. Los fariseos le enrostraban ese pecado. Sin embargo, comía con pecadores como lo hace con nosotros, de manera que todos los que celebramos la eucaristía, tenemos que ser constructores de comunión. Cada vez que la familia se reúne en la mesa, de alguna manera Dios está ahí invitándonos a la comunión. Entonces, aunque no hemos podido celebrar la eucaristía, podemos seguir viviendo su significado. Si descalificamos, si somos poco hermanos, si aumentamos las peleas y las divisiones, no construimos comunión, si favorecemos la unión, el encuentro en el diálogo, la hermandad, la fraternidad, estamos construyendo comunión”.
“También podemos vivir el significado de la eucaristía a través del servicio. Juan nos narra cómo Jesús sirve a sus discípulos, y lo hace con un gesto sencillo, toma el lavatorio, un poco de agua, una toalla y lava sus pies. No es sofisticado, es muy simple, pero es un gesto valiente y generoso porque no era habitual que el Maestro lavará los pies de sus discípulos. Eso es lo que tenemos que vivir nosotros cada día, vivir el servicio de manera concreta. No es fácil el servicio, no es fácil ser perseverante. En este tiempo difícil de la pandemia, cuántos hermanos nos han demostrado que viven la eucaristía, aquellos que han estado en los comedores solidarios, provocando la solidaridad para alimentar a los hermanos que lo necesitan. Hay otros que visitan a los enfermos, que acompañan a los ancianos en este tiempo de encierro. Están los hermanos que sirven en los hospitales en medio de la dificultad de atender a los que llegan, en medio de la muerte y el dolor que supone no poder responder como se debe al dolor de cada hermano. Están las enfermeras, los médicos y tantos otros servidores públicos que han tenido que sacrificarse estando lejos de sus familias como los soldados y los carabineros. Pero han estado haciendo eucaristía, sirviendo según la entrega de Jesús que nosotros celebramos sacramentalmente”.
“Hemos echado de menos la eucaristía, no hemos podido alimentarnos del pan, pero hay muchos que la han estado viviendo en sus acciones concretas. Lo podemos hacer sirviendo como lo hizo Cristo”, finalizó.