Por Guillermo Stevens, diácono, para Diario Crónica Chillán.
En la semana que pasa se dio a conocer un informe de la ONU a través de sus organismos especializados que señala que la situación de calentamiento global de la tierra sigue marcando un deterioro a niveles alarmantes y muy peligrosos. Ello sería la causa del calor sin precedentes en la costa oeste de Canadá y Estados Unidos, inundaciones catastróficas en Alemania, más de 600 milímetros de lluvia en tres días en China, enormes incendios en Grecia y Turquía y en estos días en California. Chile, por su parte avanza a su 12 año de sequía y registra las temperaturas invernales promedio más altas desde que se tiene registro. Se ha hecho conocimiento común que la acumulación de gases de efecto invernadero aumenta grandemente la probabilidad de que ocurran los eventos de mega sequía y que los explica en a lo menos un tercio.
Lo más grave de todo, pero que paradójicamente es un signo de esperanza, es que en una forma casi plena, ese deterioro tendría una causa humana y que en medida importante es posible de controlar, claro está que con el acuerdo de los países industrializados en que China y Estados Unidos llevan la delantera. Es necesario decirlo también, que el daño está hecho y que se han generado procesos de deterioro los cuales son muy difíciles de revertir.
El papa hace unos años puso en la esfera de atención del mundo la necesidad de que todos, al nivel de cada uno, tuviéramos una preocupación activa por el cuidado de “la casa de todos” como llamó al planeta tierra en su encíclica “Laudato si”. Sabemos que no fue bienvenida a nivel de las grandes potencias, porque consideraron que ponía el dedo en la llaga sobre un problema para el cual no tenía autoridad técnica, obvio, y porque derechamente hería sus intereses al exigirles, basándose en su palabra que venía de su fe en Dios, un mayor compromiso activo con el cuidado del planeta que debía expresarse en medidas concretas y urgentes, por de pronto reducir el nivel de producción con tecnologías contaminantes.
Ahora es la ONU, basándose en la autoridad técnica de 234 científicos de 66 países que insisten en lo mismo y con datos muy preocupantes, para que todos los habitantes agreguemos a nuestras preocupaciones diarias de pandemia, trabajo, familia, convivencia política y otras, la atención por el cambio climático, que de ser un problema lejano y extraño ha llegado por sus consecuencias, a afectarnos a todos y cada uno amenazando nuestra existencia futura.