VIVIR SEMANA SANTA EN CASA
Por padre Patricio Fuentes Benavides.
La celebración de la Semana Santa de este año 2020 es muy diferente. La crisis sanitaria provocada por el COVID-19 y las disposiciones tanto de la autoridad civil como de la eclesial, para evitar los contagios masivos de este virus, hace imposible que podamos reunirnos como comunidad cristiana en torno al altar del Señor, para recordar los misterios que nos dieron la salvación. Para los cristianos no poder celebrar juntos estos días es verdaderamente duro, pues la riqueza espiritual de estas fiestas nos ayuda en el camino de nuestra fe, y marcan de un modo significativo nuestra vida cristiana. Sin embargo, los medios de comunicación social, especialmente la televisión e Internet nos permiten estar más comunicados que nunca y hacen posible poder vivir las celebraciones desde casa. Así, esta Semana Santa será diferente en cuanto al modo concreto de celebrarla, pero no debe ser distinta en cuanto a la vivencia espiritual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Jueves Santo
Jesús celebra su última cena con los discípulos e instituye la Eucaristía. Es la cena donde uno de los amigos se levanta para traicionarlo, pero también es momento de fidelidad y de amor hasta el último momento. Es día de la herencia en el amor, “hagan esto en conmemoración mía”, dirá el Señor Jesús en la cena.
Sugerencias:
Nos unimos en torno al altar familiar, con el crucifijo en el centro, un cirio encendido, un trozo de pan, un racimo de uvas, o un vaso de vino. leer y comentar el Evangelio de San Juan, capítulo 13, versículos 1-15.
Pedir al Señor la gracia de ser una familia servidora y misionera. Elegimos una acción a realizar colaborando en la labores hogareñas, eligiendo la labor que no siempre nos agrada, por ejemplo, sacar la basura, lavar los platos, etc.
Concluir orando:
Concede, Oh Padre, tu bendición a nuestra familia,
y mira con amor a tus hijos
que en fundo sufren a causa de la enfermedad;
ten misericordia de nosotros,
y concédenos la gracia que pronto podamos celebrar,
con todos nuestros hermanos,
la santa cena, que tu Hijo, nos dejo como memorial de su entrega,
y signo de tu amor.
Amén.
Viernes Santo
Es el día en que recordamos que Cristo murió en la cruz,
para darnos la salvación. El Señor se ofrece como cordero inmolado.
El que muere en la Cruz, nos abre las puertas de la Vida nueva. Tomemos
nuestras cruces y sigámoslo a Él.
Sugerencias:
Procure que en su casa haya más silencio y paz que el habitual. Siga por radio o televisión alguna meditación especial. Con la ayuda de todos, prepare un almuerzo sencillo y liviano. No es obligación comer pescado o mariscos.
Por la tarde, reúnase en familia, en torno al altar familiar, con el crucifijo en el centro, y un cirio encendido. Leer y meditar el Evangelio de San Juan, capítulo 19, versículos 1-30. Manténganse un rato en silencio y luego compartir: Para mí como alguien que busco conocer y seguir al Señor, que estoy en el camino de la vida cristiana, ¿qué me dice y a qué me compromete, el hecho que Jesús haya muerto en la cruz, que haya dado su vida por todos nosotros, por toda la humanidad?, ¿qué aprendo de su pasión y muerte de cruz?, ¿qué actualidad tiene esto para nuestro hoy, aquí y ahora?
Al concluir oramos:
Señor, Tú que tanto nos has amado,
hasta derramar tu sangre para darnos vida:
Que tu sangre derramada en la cruz,
perdone todos nuestros pecados,
nos purifique y nos dé nueva vida,
nos una siempre más a ti,
que nos ayude a imitarte y seguirte,
que nos dé un corazón nuevo,
que nos transforme interiormente,
que nos una vivencialmente a ti,
que nos dé un corazón como el tuyo,
que nos identifique contigo,
que nos dé sensibilidad a tu presencia en nosotros,
que nos haga mirar a los otros con tu corazón,
que nos dé amor y misericordia,
que nos haga dóciles a tu voz,
que nos llene de tu Espíritu Santo,
que nos dé tu paz,
Amén.
Sábado Santo
Sábado Santo, día de silencio, de espera, de confianza en la victoria del Señor sobre la muerte y el pecado. Es bueno hacer silencio, para escuchar al Señor, para saber lo que nos quiere decir. En este sábado Santo contemplamos especialmente a la Virgen María, mujer como nosotros, aunque sin pecado concebida, ejemplo de discípula. Pues ella con su Sí, nos ha dejado su testimonio elocuente de docilidad a la acción de Dios en su vida. De ahí, la importancia de su ejemplo como discípula.
Sugerencias:
Que en su casa se mantenga el silencio. Antes de almuerzo reúnase con su familia ante el altar familiar, en cuyo centro estará el crucifijo, la imagen de la Virgen María, y un cirio encendido.
Leer evangelio de Juan capítulo 19, versículos 25 al 27. Luego que cada uno de los integrantes de la familia haga una pequeña oración espontánea. Concluir orando:
Que como Tú, María:
permanezcamos de pie junto a la cruz,
que sepamos decirle SÍ al Señor, en todo momento,
no desfallezcamos en los momentos de dificultades,
que demostremos nuestra fe con nuestra vida,
que sepamos creer y esperar en el Señor,
que sigamos al Señor, hasta el final,
que las adversidades nos fortalezcan y nos unan al Señor,
nada ni nadie nos separe del amor de Cristo,
busquemos al Señor con todo el corazón,
que iluminemos nuestra vida con la confianza y esperanza en tu Hijo,
demos todo de nosotros, buscando que Él sea todo para nosotros
esperemos siempre en el Señor,
las adversidades y contrariedades de la vida, no nos avalen,
tengamos la gracia de decirle SÍ, al Señor, aún en el dolor,
iluminemos con la fe, nuestra vida y los acontecimientos,
busquemos en el Señor, el sentido de nuestra vida,
Amén.
Domingo de Resurrección
¡El Señor ha resucitado! ¡Ha vencido a la muerte y al pecado!
Celebramos su Pascua porque Dios nos ama tanto que nos
quiere tener con Él toda una eternidad.
Pertenecemos plenamente a Dios. Jesucristo ha ofrecido
su vida para que seamos del Señor, para que seamos
con Él por toda la eternidad. Hoy se puede cumplir nuestra más secreta esperanza, de un cielo nuevo y una tierra nueva, un mundo sin luto y sin lágrimas. Paz y justicia, alegría y vida sin fin. Eso es la resurrección del Señor. Eso es lo que hoy se cumple. La puerta de la eternidad está abierta.
Sugerencias:
Adorne el hogar con flores y plantas. Es un día de fiesta. Preparar, si es posible, con la colaboración de todos, un almuerzo de fiesta.
En el altar familiar, que ha acompañado la oración de estos días, colocar flores junto al Crucifijo como signo del triunfo de Jesús sobre la muerte, y el cirio encendido. Llamar o enviar un mensaje de alegría, a la familia, a los amigos, y especialmente a quienes hace mucho tiempo no vemos. A partir del Domingo de Resurrección, la Iglesia nos invita a celebrar con alegría los cincuenta días de Pascua hasta Pentecostés como si se tratase de un solo día de fiesta, como un gran Domingo.
Antes de almuerzo, reunirse en torno al altar familiar, leer el evangelio de Juan, capítulo 20, versículos 1 al 9. A la hora de reflexionar sobre la Resurrección de Jesús: ¿de qué manera siento al Señor Jesús?, ¿lo siento vivo y presente junto a mí?, ¿de qué manera, en qué forma?
Concluir orando:
Señor Jesús,
Tú que has vencido la muerte,
que estás resucitado, vivo, presente,
te pido que me des la gracia
de penetrar en tu corazón,
de conocerte vivencialmente,
de experimentar que estás vivo,
de sentir tu presencia viva junto a mí,
para que en todo momento
te busque de corazón,
siendo Tú todo para mí,
buscando yo vivir solo por ti y para ti,
sabiendo que estás vivo
y que estás junto a mí.
Amén.