Queridos Hermanos,
Ha comenzado marzo y comienzan o se retoman muchas actividades. Y este año, además, estamos comenzando la cuaresma con el miércoles de ceniza el día 2 de marzo.
En este contexto, lo primero y fundamental es comenzar. A veces nos cuesta comenzar, echar a andar los motores, y partimos lentamente. Lo primero es tomar la decisión de comenzar. ¿Comenzar qué? Nuestro camino hacia la Pascua, que es un camino de conversión, de estrechar los lazos con Jesús, para morir y resucitar con él, y ser así un mejor discípulo, un mejor cristiano, un mejor testigo del evangelio.
Pero puede venir fácilmente una objeción, o quedarnos en el desaliento, pues vivimos tiempos difíciles. No se ha ido todavía la pandemia y la enfermedad y la muerte nos siguen acompañando. La situación económica, social y política del país y del mundo tiene muchas fragilidades y nos preocupa. Y para agravar las cosas, en estos últimos días vemos con tristeza la crudeza de la guerra, con un peligro real de que el conflicto escale y adquiera todavía más grandes proporciones. Es una guerra que nos impacta por su prepotencia e injusticia, porque es una invasión, un atropello del más fuerte para con el más débil.
Entonces, ¿vale la pena comenzar un camino de conversión, de renovación, cuando el mal parece tan fuerte? Siempre vale la pena. Queremos cambiar el mundo, y necesitamos cambiar el mundo, pero tenemos que partir por cada uno. Este desafío es intransferible: que c/u se empeñe en su propio cambio.
Santa Teresa de Calcuta, que insistía en el amor en las cosas pequeñas, nos decía también: “Si de verdad queremos paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros”. Y también decía: “Sabemos muy bien que lo que estamos haciendo no es más que una gota en el océano. Pero si esa gota no estuviera allí, al océano le faltaría algo”.
Así que emprendamos este camino cuaresmal, acogiendo también el llamado que nos hace el Papa Francisco en su Mensaje de Cuaresma de este ano: “No nos cansemos de hacer el bien”, “mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6, 10).
Y oremos por la paz con constancia y construyamos la paz en todo ambiente. Oremos con estas palabras del Papa: “Señor, mantén encendida en nosotros la llama de la esperanza para tomar con paciente perseverancia opciones de diálogo y reconciliación, para que finalmente triunfe la paz. Y que sean desterradas
del corazón de todo hombre estas palabras: división, odio, guerra”. (Oración por la paz, julio 2014)
Que la Virgen santa nos cuide. Les envío un abrazo fraterno
Sergio Pérez de Arce
Obispo de Chillán