Por Guillermo Stevens, diácono, para Diario Crónica Chillán.
La Iglesia de Chillán se preparaba para celebrar el Te Deum en tiempos de pandemia con las exigencias sanitarias que ya se nos han hecho familiares, pero en eso vino la cuarentena y todo se hubo de reducir aún más, por lo que la celebración se hizo con la palabra del Obispo y la oración comunitaria transmitida a distancia. El Pastor nos hizo ver que la respuestas que estamos dando a través de las autoridades y todos en general, nos hace olvidar que “nadie se salva solo” ante los desafíos vigentes: i) la necesidad de diálogo y de consensos que construyan el tejido social sin violencia; ii) la necesidad de emparejar la cancha construyendo estructuras sociales más equitativas que permitan el desarrollo de todos y iii) enfocando los esfuerzos hacia los más pobres y vulnerables, los jóvenes que ni estudian ni trabajan, los niños con precaria educación, los inmigrantes, mujeres postergadas, ancianos en soledad y abandono, señalando que no debíamos acostumbrarnos a esa precariedad.
A lo anterior nosotros podríamos agregar en nuestro lenguaje, que en la hora actual cada uno debe hacer lo suyo, asumiendo sus responsabilidades particulares, esperanzados en que superaremos esta hora oscura que nos afecta, así los políticos deberán ocuparse de legislar y articular acuerdos que privilegiando a los más desvalidos no pierdan de vista el bien común (que es distinto al bien de la mayoría); los empresarios innovando para generar trabajo en condiciones de justicia para producir bienes de calidad que se transen a un precio sin excesos; los trabajadores cumpliendo sus tareas con autocuidado y dando una atención cordial e inteligente a sus usuarios; la gente de fe dando ejemplo de consecuencia entre lo que se cree y hace, ayudando así a recuperar la confianza perdida por la vergüenza de los abusos que algunos integrantes de su Jerarquía cometieron contra menores; en fin, “cada uno a lo suyo y a lo que hay que hacer”. Principalmente en esto cabe, cómo no decirlo también, el que los mayores de edad, ejerciten su derecho a voto (que en realidad es un deber) en todos y cada uno de los procesos eleccionarios futuros, partiendo por el del 25 de octubre en que se nos preguntará acerca de la posibilidad de una nueva Constitución y más tarde en cómo queremos que esta sea.
Todo nos llama entonces, a que cada uno de nosotros asuma sus responsabilidades, a su nivel y alcance. Basta ya de echar la culpa a los otros de nuestros problemas sin hacer algo concreto por remediarlos. Para ello es pertinente tener presente lo que el Padre Hurtado repetía, citando a San Agustín, que “no nos quejemos tanto que los tiempos son malos, (pues) nosotros somos el tiempo, seamos mejores nosotros y los tiempos serán mejores”. De nuevo, nosotros somos el tiempo, con la ayuda de Dios.
Estimado Guillermo, me encantó.
Quizás pudieras leer algo de Raúl Silva Henríquez y tu perspectiva será integral, respecto de la parte final, de que nosotros somos el tiempo, ante, ahora, y siempre, cómo Dios nos ordenó.
Felicitaciones y un abrazo fraterno.