Por Sergio Pérez de Arce A. Administrador Apostólico
La crisis del país está en desarrollo y todavía no está claro cómo saldremos de ella. Pero hay algunas cosas que estamos aprendiendo, que nos pueden ayudar a un cambio.
Una comprensión más real del país. Teníamos una imagen errada de Chile. O se quería imponer una comprensión donde éramos el país distinto en el continente, sin los problemas que otros tenían. Por supuesto que hay aspectos positivos en nuestra historia reciente, pero ha primado una autocomplacencia y un auto halago que no nos ha hecho bien.
El peso cotidiano de la inequidad. Hace años que sabemos que somos una sociedad desigual, pero hemos tolerado esta realidad, confiando en que el modelo podía ir corrigiéndose poco a poco. Pero la carga ha sido muy pesada para muchos y no habíamos escuchado suficientemente la queja. Se requieren cambios estructurales y hondos.
Las elites deben cambiar. También hay una inequidad que arreglar desde arriba. No solo los parlamentarios tienen privilegios y sueldos altísimos, hay una parte de la población que vive realmente en “otro país”. Posiblemente a ellos su modo de vivir les parece legítimo, si cumplen sus deberes y no hacen daño a nadie. Pero la desconexión con las mayorías es muy grande y hasta ofensiva. Los privilegios, por lo demás, siempre son a costa de alguien.
Es posible la participación social. Los protagonistas de estos días han sido miles de ciudadanos que se han manifestado. Es verdad que sus demandas son diversas y difusas, pero expresan con claridad un malestar y un deseo de cambio. En la población hay una opinión y un interés por lo colectivo. Está por verse si esto se traduce en un compromiso más permanente de participación social y política, sin lo cual no es posible una transformación de verdad.
Fortalecer el sistema democrático. Nuestras instituciones son frágiles, a menudo desconectadas de la ciudadanía. Pero las seguimos necesitando como espacio de diálogo, donde se frague un consenso social que se traduzca en políticas y medidas eficaces. Hay un cambio que debe venir desde dentro de las propias instituciones, y otro desde fuera. ¿Dará paso el actual despertar social a una mayor participación en las elecciones y al surgimiento o renovación de fuerzas sociales y políticas necesarias en democracia?
Neutralizar la violencia. La violencia nos acompaña en muchos ámbitos de la vida social y se combate con más justicia y diálogo. Pero hay también quienes la asumen como una opción o un eslabón para conseguir sus objetivos, causando gran daño a la convivencia. Esto no puede ser tolerado pasivamente. Hay que enfrentarla con los medios que da la ley y el pleno respeto de los derechos humanos.
Abiertos a los valores del espíritu. No basta con cambios estructurales o mejoras materiales. Se requiere una mirada más integral del ser humano, que incorpore los valores del espíritu como una riqueza y una dimensión a cultivar para construir una mejor sociedad. Desde una perspectiva cristiana, es tomar en serio a Jesús, que nos propone buscar el reino de Dios y su justicia, sabiendo que lo demás viene por añadidura. Nunca conviene olvidar que “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que nace de la boca de Dios”.
Me gusta la declaración. Mi pregunta es cómo pasamos del diagnóstico al compromiso con las herramientas que nos ofrece la dimensión social de la fe. Invitaría a los católicos redescubrir el pensamiento social de la Iglesia, en el mensaje -vigente- del P. Hurtado, tenemos mucho que aportar desde ahí.
Sergio, comparto completamente tu reflexion y en mi labor profesional en el Colegio Salesiano de Valparaiso, transmito a mis alumnos el mensaje cristiano y humano, que tu manifiestas.
Excelente comentario, felicitaciones
Me parece una muy buena reflexión , siempre poner al Señor delante , siguiendo su enseñanza y sus caminos y eso no es fácil . Debemos estar siempre preocupados de los que sufren y de quienes necesitan . Especialmente preguntarnos , ¿que me corresponde a mi? Como puedo cooperar en esto? . Quizas es abrirnos mas hacia otros y olvidar ciertas comodidades .
Gracias Señor, por esta “ homilia” nos invita a reflexionar el Evangelio en el hoy , recuerdo Dei Verbum 2” la verdad de Jesucristo está totalmente revelada , pero no lo suficientemente explícitada” ,esta espiritualidad es para llevarla a la actualidad . Quizás. Es el momento de de mirar también hacia dentro de nuestra Institución Magisterial , ya que también forma parte de los cambios, que con respeto invito a reflexionar para volver a sus inicios, Por esto roguemos al Señor.
No tengo muchas espectativas que el cuadro económico político cambie verdaderamente. Los privilegios de la clase económica, política y uniformada se mantendrán por un tiempo, pese al descontento social. Lo que no me cabe la menor duda, es que la profecía puesta en el Evangelio del Señor se cumplirá cabalmente: «… los poderosos serán derribados de sus tronos y los ricos despedidos lejos, con las manos vacías…» Esa es mi gran e irrenunciable esperanza.