Por Héctor Aranda, sacerdote.
A lo largo de la vida podemos vivir muchos momentos de discernimientos, pero si carecemos de algo que sustente cada proceso o etapa que estamos viviendo, difícilmente podremos contar con las luces necesarias para tomar decisiones que nos ayuden a afirmar que hemos tomado la mejor decisión.
Una de las frases más conocidas de San Alberto Hurtado nos invita a aplicar en cada momento en el cual queremos realizar un discernimiento personal la pregunta ¿qué haría Cristo en mi lugar?, una pregunta muy válida en estos tiempos, sobre todo si carecemos hoy en día de un punto de partida que nos ayude en cualquier proceso de discernimiento personal y comunitario.
Haciendo eco de esta pregunta del Padre Hurtado, otra celebre frase de un teólogo protestante nos podría ayudar en estos tiempos modernos a entender cómo lo podemos hacer para poder interpretar mejor la voluntad de Dios, esto es, teniendo presente dos ayudas para nuestro discernimiento: “con una mano en la Biblia y la otra con el periódico”. Dios y la realidad que nos rodea, debieran ser parte esencial en cualquier proceso de revisión, en vista a crear una nueva forma de relacionarse o de solventar una problemática personal o grupal.
En tiempos en donde las “crisis de confianza” se han instalado en todos los aspectos de la vida social, que mejor que aprendamos a poner algo en el centro y podamos replantearnos de cara al futuro, sobre todo pensando en las nuevas generaciones que necesitan que estas confianzas vayan tomando fuerza para caminar a pasos seguros de cara al futuro.
Vida política, instituciones de seguridad, instituciones religiosas, poder judicial, todas y cada una de ellas deben comenzar a mirarse y a reformular tanto sus estructuras como su forma de funcionar y relacionarse, lo que demanda un gran desafío para cada una de ellas. Sin las instituciones bien consolidadas, la sociedad comienza a perder consistencia y como ciudadanos podemos perder el horizonte.
No podemos estar ajenos a estos desafíos, y que mejor que nosotros, ciudadanos, feligreses, personas de derechos y deberes, votantes, o en cada forma de participación, nos hagamos parte de estos procesos, pero sobre todo esperando que quienes tiene la tarea de liderar cada una de estas instituciones, puedan comprender que sin las bases la tarea se vuelve mas infecunda.