Por Paulina Benavente, para Diario Crónica Chillán.
Vivir en comunidad no es fácil, siempre la vida con otros requiere que desarrollemos ciertas habilidades y destrezas que nos ayuden a vivir de manera más armónica o en muchas ocasiones simplemente con menos dificultades.
Los seres humanos somos esencialmente gregarios, necesitamos de otros para satisfacer innumerables necesidades ya sean tanto físicas como psicológicas; buscamos constantemente un equilibrio o satisfacción en nuestras relaciones como forma de autorrealización.
En lo cotidiano nos vamos descubriendo, conociendo lo que nos gusta y desagrada de otros. Sentimos amor y en ocasiones también rechazo por otros y las actitudes que estos tienen hacia nosotros, o hacia quienes nos son significativos.
En esta dinámica pueden generarse fuertes diferencias, pues si no logramos generar mínimos cognitivos y morales podemos llegar a establecer relaciones tóxicas o fóbicas, en las cuales siempre alguien termina dañado.
Nos vamos construyendo en la dinámica relacional y todo este desarrollo sucede especialmente en la experiencia con el primer grupo al cual pertenecemos, la familia. Cuando un país o una nación manifiesta que la célula básica social es la familia se refiere a cuidar lo más importante, la integridad del ser humano.
La Familia en su ser, independiente incluso de las diversas expresiones que pueda tener, es un núcleo que nos permite desarrollar la capacidad de amar, de vivir en comunidad, de respetar a otros en sus diferencias. Cada vez que se le pregunta a una persona quién es su familia, esta sabe que responder. Ahí no hay estereotipos ni prejuicios, cada uno en su fuero interno sabe que su familia es la que tiene, independiente de quien la componga, de su raza, sexo o religión. La familia es eso, lo que cada uno definió y parece ser que la discusión sobre tipos o especies de familias es más una especulación artificial teórica o académica que lo que sucede en la vida real.
Es de esperar que la sensatez sobrepase las ideologías y por lo menos seamos capaces de rescatar con lucidez el aporte de quien redactó en 1980 el artículo 1, inciso segundo de la Constitución de la República de Chile “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad”.