Por Guillermo Stevens, diácono. Para Diario Crónica Chillán.
En estos días, de desmovilización física que nos exige la autoridad como la medida más eficiente para intentar controlar la expansión de la pandemia del coronavirus mientras no se tenga una vacuna suficientemente probada, hemos podido seguir con mayor atención la tramitación que deben seguir las leyes en nuestro país. En la semana que acaba de pasar hemos podido ver la forma en como se ha presentado y discutido en la Cámara de Diputados un proyecto de ley para hacer uso de los fondos que administran las AFP para las pensiones de los trabajadores al final de su vida laboral, para ser destinado ahora ya a paliar los efectos económicos que está provocando en cada hogar el que la actividad esté tan disminuida, cuando no paralizada.
Por su parte, el gobierno ha presentado un conjunto de medidas que buscan ser alternativa al proyecto de retirar fondos previsionales, sin éxito hasta ahora, para modificar la votación de los diputados, incluido los de su propio sector.
Al escuchar a los diputados, pareciera que su proyecto será una solución, tanto al problema económico como al de injusticia que afecta a nuestra sociedad. Todo eso dicho con un énfasis y carga emocional e histriónica desbordante
Esto ha llevado a echar un vistazo a la situación de los Fondos. Según datos a marzo de este año de la Superintendencia respectiva, de los casi 11 millones de afiliados, el 50 % de ellos tenía un fondo acumulado menor o igual a 4 millones de pesos y otro 40 % un fondo menor o igual a 30 millones de pesos. Con esa cantidad, los problemas de hoy, con o sin retiro, para esa enorme masa de chilenos sin duda no serán menores mañana. Pareciera entonces, que una mejor solución debiera ir por otro lado, destinando inteligencia y dedicación a abordar el problema de la previsión. Partiendo por desempolvar los estudios que a ese efecto distintas Comisiones de Expertos en sucesivos gobiernos han elaborado y que han sido insumo para proyectos de ley ya en poder del Parlamento y no tocar esos montos, escuálidos para la finalidad para la fueron concebidos, la de asegurar ingresos adecuados a quienes ya no los pueden generar.
En lo inmediato, en la discusión parlamentaria, se ha echado de menos más información, análisis, explicitación de los supuestos y apego a los procedimientos establecidos y menos eslóganes y lugares comunes, para así valorar y recuperar la política que como se ha dicho, es la más noble de las actividades.
Estoy plenamente de acuerdo con lo manifestado por don Guillermo. El ha sido bastante cuidadoso para exponer sus puntos de vista. Pero de ello podemos concluir que los señores parlamentarios no han sabido (o no han querido) ser consecuentes con la responsabilidad que adquirieron cuando fueron electos. Prefirieron el camino más fácil. Lo que diga la calle es lo que nos conviene. Lo otro significa estudio, tiempo e impopularidad y luego vienen las elecciones por lo que hay que cuidar los votos.
Que bueno y útil para el país sería recuperar la “buena política, la política de verdad” .
El problema de Iglesia y sus ministros es ese, caminar entre la ideologia politica y el interes economico. Pretender hoy analisas “economicos” a personas que solo ven como salida sus propios ahorros, y darles respuestas desde eso es francamente la actitud de los Fariseica. El hambre, la miseria, la falta de oportunidades, la enfermedad y hasta la muerte no caben en un analisis capitalista. El evangelio nos procura vida y testimonio, no intereses econmicos y egoistas, requiere hoy mas de nunca de ese Evangelio que nos hace a todos hermanos y hermanas.
La iglesia está para denunciar estructuras injustas, no para defender modelos de economicistas muy alejados de la realidad. Las AFP desde su origen han sido una estructura injusta, devolver la plata ahorrada es una solución, no la única por cierto, pero ante la indolencia de un gobierno, no queda de otra. Ahora bien, la pasión del debate parlamentario sólo demuestra una cosa, la gente está activa, despierta y atenta de la política, de las decisiones que con su voto se toman, y eso es un verdadero signo de los tiempos. Ya no mas decisiones entre 4 paredes. Vox populi vox Dei.