La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es un encuentro de jóvenes de todo el mundo con el Papa y se llevará a cabo en Lisboa, Portugal, del 1 al 6 de agosto próximo. Además, es una peregrinación, una fiesta de la juventud, una expresión de la Iglesia universal y un fuerte momento de evangelización del mundo juvenil. Se presenta como una invitación a una generación determinada en construir un mundo más justo y solidario. A pesar de su identidad claramente católica, está abierta a todos, tanto a los más cercanos a la Iglesia, como a los más distanciados.
En encuentro con el Papa, además, pretende proporcionar a los participantes una experiencia de Iglesia universal, fomentando el encuentro personal con Jesucristo. Es un nuevo impulso a la fe, a la esperanza y a la caridad de toda la comunidad del país de acogida. Teniendo como protagonistas a los jóvenes, la Jornada Mundial de la Juventud busca, también, promover la paz, la unión y la fraternidad entre los pueblos y las naciones de todo el mundo.
Hay varios participantes de la Diócesis de Chillán que serán parte de este nuevo encuentro y en este reportaje te presentamos a algunos de ellos.
Santiago Carreño González, 42 años.
“Quiero traer la llama del reencanto a los jóvenes”
“Pertenezco a la Parroquia San Juan de Dios de la Capilla Divino Maestro. Soy catequista, ministro extraordinario de la comunión y participante por 38 años de la comunidad. La motivación de ir a Lisboa es encender en los jóvenes la chispita del amor a Cristo. Uno va con muchas ganas a lo que es una Jornada Mundial, pero sé que allá vamos a reencantar esa llama que se ha ido apagando sobre todo desde el punto de vista de los jóvenes. Mi interés en reencantar a otros jóvenes para que vuelvan a la iglesia. Para poder viajar y reunir el dinero, viajamos con mi hermano y ambos hemos estado trabajando, haciendo beneficios con la participación de nuestra comunidad y de esta manera hemos podido reunir el dinero para pagar los pasajes y la inscripción. Para Semana Santa vendimos ramitos, pero también hemos vendido sopaipillas, colectas de sobre, entre otras. Nos está apoyando nuestra familia y también nuestra comunidad que es como nuestra segunda familia. Quiero vivir una experiencia enriquecedora de cultura y encender esa llama de la figura de Cristo, quiero enamorarme cada vez más de Él y compartir con los miles de jóvenes que van a estar presentes y que también, marque a mi hermano. Es primera vez que él va a un encuentro así y espero que él (Gerardo, 34 años) pueda vivir esta jornada. Yo había participado de la Jornada en Brasil y cuando le conté, se entusiasmó para participar de esta nueva instancia”.
María Paz Torres Elgueta, 32 años, psicopedagoga y profesora diferencial.
“Fortalecer los valores cristianos”
“Trabajo en el programa de Integración Escolar del Colegio San Francisco de Asís desde hace ocho años. Toda mi vida he sido partícipe de la iglesia y la fe cristiana, valores que me inculcaron mis padres. Asistí a misa desde pequeña de la mano de mi papá que me fue demostrando día a día que el encuentro, cercanía y amor a Dios erra y es lo más importante en la vida de una persona, valores y enseñanzas que agradezco porque una persona que ama a Dios lo tiene todo en la vida. Durante mi adolescencia participé en encuentros y misiones con las religiosas franciscanas, momentos en los que mi fe se fue incrementando para seguir en el camino tomada de su mano. Soy una agradecida de Dios y de la vida por todas las bendiciones, signos, personas que ha puesto en mi camino. Voy a la Jornada Mundial de la Juventud, no lo pensé nunca hasta abril, cuando en una reunión de la Parroquia de Pinto el padre Sebastián Uribe me invitó a participar. Dije que sí, pero debía ver el tema de mi trabajo. Lo conversé con la sostenedora del colegio, hermana María Inés, quien me dijo que esta oportunidad no la podía dejar pasar. Me hice parte de esta gran cruzada de fe y me motiva estar, sentir, compartir, y hablar en una misma sintonía con millones de personas que comparten la fe cristiana. Hoy es difícil decir que uno ama a Dios porque nos miran de forma extraña, pero debemos persistir en las creencias que nos definen como personas. Costear mis pasajes no fue fácil. Pero recibí el apoyo de mi madre, amigos y finanzas personales y pude comprar mis boletos y pagar la inscripción para participar de esta trascendental experiencia para mi vida. Para Dios no hay imposibles y Él abrió los caminos para poder asistir. Cuando llama y toca tu corazón es imposible ignorarlo. Uno de mis anhelos de esta jornada es conocer otros apostolados y compartir la fe con personas de otros países. También me motiva el crecimiento espiritual que me servirá para mi trabajo y servicio”.
Fernanda Seguel, 29 años, Parroquia San José de Cobquecura.
“Pagué mis pasajes vendiendo chocolates”
“Hace mucho rato que vengo planificando este viaje. Participé de la Jornada de Panamá el 2019, fui con chicos que conocí en Chillán. Soy una persona muy inquieta y ace mucho rato quería vivir mi fe de una manera diferente. Quería salir a cantar, a bailar y gritar, de una manera que muchas veces no se hace. En Cobquecura es todo más tradicional y yo tengo demasiada energía acumulada. Empecé a buscar instancias y buscando en internet me encontré con la Jornada Mundial el 2018. Conocí a Mauricio Águila del Obispado de Chillán y me presentó a un grupo que iba a ese encuentro. Esa experiencia en Panamá fue lo mejor de mi vida vivir la fe como se vivió allá fue demasiado lindo. Compartir con toda la gente ese amor, esa energía, esas ganas de encontrarse con Cristo de esa manera, fue demasiado lindo, era una energía que me hacía flotar y no tengo palabras para describirlo. Terminando Panamá, comencé a ver de inmediato ver cómo lo podía hacer para ir a Portugal. Los pasajes estaban caros y el 2019 me puse las pilas vendiendo chocolates. Vino la pandemia y en Cobquecura no hubo muchos contagios, era como un oasis y todo el mundo venía a la playa. Fui a la Municipalidad y saqué un permiso de vendedor ambulante y me iba a la playa a vender mis chocolates. Conocí gente demasiado linda y que me apoyaba. Iba con una cajita a vender bombones y alfajores y estuve un año a full en plena pandemia. Luego, retomé la universidad, el año pasado egresé y seguí vendiendo mis chocolates. De hecho, hice un emprendimiento en Instagram (delicia_de_encanto) y mis chocolates me dieron la oportunidad de viajar a Lisboa. Voy muy nerviosa, creyendo en Dios y que todo va a salir bien, que sea un viaje lleno de amos, de alegría, de enseñanza, espero que mi fe crezca y que Dios nos ilumine para ser mejores como personas, para que seamos luz y guías, esperando que todo salga bonito”.