Por Paulina Benavente, psicóloga. Para Diario Crónica Chillán.
Durante este mes de octubre la iglesia nos invita a celebrar el mes de la Familia, nuevamente nos llama a mirarla y a contemplarla como escuela del amor.
Sin lugar a dudas que, para cada uno de nosotros, el sólo término o concepto de familia despierta una serie de ideas, sensaciones y emociones que trasciende mucho más allá de la palabra. La familia es un espacio no sólo relacional donde nos movemos, sino que es la fuente de los vínculos y fuerzas que modelan nuestra manera de ser, la que impacta sobre el medio y quienes nos rodean. Gran parte de los trastornos o incluso de las expresiones psicopatológicas tienen un fuerte componente en el cómo hemos vivido y experienciado nuestra propia historia familiar.
Con el tiempo, la configuración de la familia se ha ido modificando, pero esto no ha significado un cambio en el valor que se le otorga respecto de la influencia que tiene en las personas e incluso en nuestra vida social.
Reconociendo esta realidad antropológica y política, es que la Constitución Chilena señala en su artículo 1º inciso 2º “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad”, es decir, la carta fundamental le otorga una cualidad y calidad que la pone como el punto central en el cual se cimienta la sociedad. A pesar de esto, cuando evaluamos nuestra convivencia nacional y el como se dan las prioridades en nuestra patria, nos damos cuenta que las políticas y leyes generadas no han logrado darle la protección adecuada a la familia. La pobreza, falta de trabajo, la protección de los menores, etc ponen de relieve que la teoría en muchas ocasiones se contradice con la realidad. No sólo ha faltado creatividad y responsabilidad en quienes debían asumir la protección de la familia y por ende de sus integrantes; sino que también han primado ideologías que lejos de darle el lugar y peso que se señala constitucionalmente, se han encargado de minar sus cimientos e intentar quitarle la riqueza que le pertenece.
Estamos ad portas de manifestarnos en un plebiscito respecto de la Constitución que queremos como país. En ella se expondrán de manera directa y explícita los fundamentos que queremos tener como sociedad. Ahí se jugarán las verdaderas libertades y por qué no decirlo también la expresión más propia de nuestras creencias. ¿Qué lugar ocupará la familia en esta?
Para nosotros los cristianos esto no es ni puede ser accesorio, aquí se define lo que somos, hacia dónde vamos y lo que queremos.
Independiente de lo que suceda el 25 de octubre, gane el apruebo o el rechazo, de manera muy personal espero que el artículo 1º inciso 2º de la Constitución Política se mantenga firme y explícito, y se afirme con entera convicción que la Familia es la célula fundamental de la sociedad humana y por ende se le dará la protección y cuidado que sus integrantes requieren para hacer de ella ese espacio de amor y afecto que todo ser humano necesita.